Casi siempre cuando me siento
delante de la pantalla, para aporrear el teclado, y escribir sobre algún tema
de los que publico ya sea en este blog, ya sea en mis colaboraciones en
Cuéntamelo España, no solo tengo claro el tema sobre el que voy a escribir sino
también la forma en la que voy a abordar el tema. Pero hoy la verdad, es que no
veo clara la forma de hacerlo.
Esta claro que este problema
tiene varias motivos, el primero que quien suscribe no es un brillante
escritor, (menos mal que eso lo tengo asumido), la segunda, que el tema en si
es algo delicado y la tercera, que muchos de quienes leéis este blog lo hacéis
desde fuera de España e imagino que tal vez el tema de los nacionalismo en
España, os pueda resultar curioso.
El caso es que este próximo viernes
se disputa la final de la Copa del Rey de futbol, entre ATH de Bilbao y F.C.
Barcelona. Escenario, el Estadio Vicente Calderón. Hasta aquí todo bien, y
muchos os preguntareis, cual es el problema. El problema es que las aficiones
de ambos equipos, empujadas por partidos de corte nacionalista (de sus
regiones) y separatista (promueven separarse del conjunto del país) están promoviendo
el abucheo al himno nacional.
Me duele y mucho, como español
que soy y me siento, lo que estos aficionados van a realizar este próximo viernes.
Que sepan esos señores, que no
representan a la mayoría de sus comunidades, ni a la mayoría de los seguidores
de estos equipos en este país, y fuera de este, que ese acto, excluyen e insulten a todos aquellos
aficionados y seguidores de estos equipos que siendo o no de estas regiones, se
sienten españoles. Que es muy difícil y duro para estos últimos, que aquellos
otros con los que comparten un vínculo, vean como estos pisotean e insultan a los símbolos que le son más
queridos.
Que sepan los señores que se
dedican a ganarse el sustento en base a la caduca y trasnochada idea de unos
nacionalismos hechos a la medida que a ellos les conviene, que su cultura, su lengua y sus símbolos son respetados
por todos los españoles. Que la base de su política de distraer con problemas
supuestamente generados, por un enemigo de fuera, ha sido siempre la base de
las políticas dictatoriales y autoritaritas. Que el fracaso de la gestión de
sus territorios llegara un momento en que esa cortina del enemigo exterior no
va a poder tapar. Que cambiar la estrategia de apoyar directamente las acciones violentas de grupos armados, por
un no recriminarlas e incitar a la
población directamente a la confrontación todo el que no piense igual que
ellos, es generar un peligro difícil de medir e imposible de controlar cuando
estalla.
Que sepan los señores que dirigen
clubes, que se dicen que son más que un club, que se les llena la boca de la
palabra valores, que estos son cualidades que poseen algunas realidades. Que
los valores tienen polaridad, son o pueden ser positivos o negativos, y jerarquía
en cuanto que pueden ser superiores o inferiores. Que tienen la oportunidad de
comportarse con dignidad, de desmarcarse de un comportamiento innoble y
reprochable que quiere parapetarse tras la libertad de expresión, libertad de expresión
que no respeta si quiera las más elementales normas no escritas de protocolo, educación y
respeto.
Que sepan los señores que dirigen
clubes, en los que solo una vez, su directiva secundo guardar
un minuto de silencio en su estadio por una de las muertes y ejecuciones a sangre fría de
ciudadanos inocentes, a manos de un grupo de desalmados asesinos y criminales,
que escondiéndose bajo la máscara grotesca de una serie de alucinaciones
reivindicativas, hicieron de estas su negocio y mafia particular, para controlar
con el terror a toda la comunidad. Que
los caminos hacia la convivencia en paz comienzan por el respeto mutuo.
Que sepan los periodistas,
comunicadores, personas de relevancia pública, que sus palabras pueden ser bálsamo
o pueden ser látigos, que pueden calmar o azuzar los ánimos de la gente.
Que todos sepamos que el viernes
debe ser una fiesta del futbol, de colores, de gritos de ánimo, de goles
imposibles y jugadas geniales. Que por favor si el viernes corren las lagrimas
por las mejillas de algún aficionado sean tan solo lagrimas de ilusión o de
tristeza por el resultado del partido.
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